Primeros auxilios: convulsiones febríles

Un día por la mañana uno de tus alumnos y alumnas llega con febrícula a clase, te informa la madre que ha tenido un poco de fiebre pero que no le pasa nada.

Al poco tiempo, le pones el termómetro ya que le ves un poco apagado y te das cuenta que la temperatura cada vez es más elevada y decides avisar a su familia.

Mientras los esperas, el niño comienza a convulsionar.

Para comenzar,  antes de explicar como actuaría ante esta situación, se debe tener claro que son las colvusiones.

Definición:

Éstas, se definen como contracciones repentinas, involuntarias y enérgicas de los músculos debido a una afectación cerebral y del sistema nervioso.

Las convulsiones, pueden ocurrir por distintas causas, las más comunes son la epilepsia, las crisis de histeria y la fiebre muy alta, como ocurría en la situación que se nos plantea.

Una vez que ya conocemos que son las convulsiones, los tipos, las causas y las manifestaciones, es el momento, de explicar como actuaría si se me presentará esta situación.

En este caso, a nuestro alumno le llamaremos Juan.

Pasos a seguir: Valoración primaria

En primer lugar, debemos mantener la calma y tranquilizarnos aunque sea complicado.

Si, Juan está de pie y empieza a convulsionar, tendremos que intentar que no se desplome y tumbarle en el suelo.

Asimismo, debemos tener claro que es fundamental en todos los casos, que realicemos una valoración primaria.

Observar el estado del niño (15-30 segundos).

Es decir, el nivel de consciencia de Juan, asegurarnos de que sus vías áreas están permeables y comprobar y controlar su respiración.

Seguramente, el niño tendrá mucosidad abundante y, junto con la contracción continuada de la musculatura, puede llegar a tener dificultad para respirar.

Todo ello, tenemos que hacerlo teniendo en cuenta que no debemos tocar ni introducir nada en la boca de Juan.

Nunca introducir nuestros dedos, ni tampoco forzarla ya que ésta, seguramente se encuentre cerrada.

Si tratamos de hacerlo, podemos poner en riesgo nuestros dedos o existe la probabilidad que el objeto se rompa.

Por lo que, para comprobarlo, podemos oír los ruidos respiratorios en la boca y nariz y sentir el aire en la mejilla.

Además, tendremos que examinar el color de la piel al igual que observar otros posibles síntomas, para así, estar 100% seguros de que se trata de una convulsión, en este caso, de una convulsión febril,

Así pues, una vez que comprobamos que se trata de una convulsión febril, debemos sobre todo proteger al niño.

Dejar espacio libre a su alrededor, es decir, retirando los objetos cercanos a él, como por ejemplo, mesa y sillas, para que así, no se lesione con las sacudidas que se estén produciendo.

También, tenemos que aflojarle la ropa si la lleva ajustada, sobre todo en la zona del cuello y la cintura.

Además, será necesario desde el principio alejar al resto de niños y niñas de la escena.

Para ello, podemos pedir ayuda alguna compañera o compañero para que se los lleve a otro aula.

Asimismo, tenemos que evitar mover a Juan, a excepción de que se encuentra en una zona peligrosa y también, debemos acomodarle.

Todo ello, sin forzarlo, colocándole un cojín o algún elemento blando (suéter) detrás de la cabeza.

De esta forma, evitaremos que se golpee la cabeza contra la superficie en donde esté situado.

Igualmente, hay que tener claro que nunca tenemos que detener ni frenar los movimientos del cuerpo del niño y tampoco sujetarlo ni cogerlo durante la convulsión.

Por el contrario, podemos intentar que baje la temperatura corporal cuándo la crisis finalice.

¿Cómo?

Existen muchas formas de hacerlo, por ejemplo:

• • Quitarle la ropa y dejarle solo con el pañal, si lleva, o con la ropa interior, tapando a Juan con ropa de cama ligera o alguna sábana que podamos encontrar.

• • Abrir un poco las ventanas para refrescar el aula, pero sin que haga frío.

• • Refrescar la cabeza y, después, el resto del cuerpo con una esponja mojada en agua tibia. Nunca debemos tratar de darle un baño con agua fría.